Escribir me mata, pero sin escribir me muero. Y ya que todo empezó aquí, aquí será donde explique quien soy en realidad. Y para ello dejaré que Nietzsche me describa:
"¿Eres auténtico? ¿o sólo un comediante? ¿Un representante?, ¿o la cosa misma representada? -- En última instancia no eres más que un comediante simulado"
Y como decía este hombre, hablar, que para mi es escribir, y la ironía y el humor nos hacen bailar por encima de las cosas, por eso surgió un día este blog y surgieron estas historias.
La desgraciá que vosotros conociáis era una "desgraciá" en el sentido en el que a un ladrón se le grita cuando te ha robado el bolso:
--¡Desgraciao! ¡Hijo de satanás!
La desgraciá que ahora escribe es una "desgraciá" en el sentido en que se denomina a una persona que no da una a derechas, porque el día que olvidó su meta, perdió también su camino.
--¡Pobre desgraciao! -- decimos
Esa, la segunda, soy yo.
Mis personajes representaban a personas, a ideas, pero sobre todo una huída de la confusión que un día se hizo mi compañera de cama por las noches y mis zapatos por el día. Y lo peor de todo, es que no fui capaz de verla, porque yo misma me perdí en la comedia.
Pam no es Pam, es Paloma. Esa persona que un día conocí y que me cambió la forma de ver el mundo. Un mundo que en muchas veces se había tornado un infierno, pero como somos masoquistas, y nos gustan las corridas de toros, y las tragedias, hice de ese infierno un cielo. ¿La busqué o apareció? Aquí escribí que yo hice que apareciera, que yo me encargué de encontrarla. Lo cierto es que no lo sé. Por una parte, yo no quería enamorarme, por otra parte, algo dentro de mi ansiaba encontrar a alguien verdadero. Alguien que no simulara comprenderme, ni darme la razón, alguien auténtico que me diera una ostia cuando lo necesitara y un beso después.
El problema es que yo, con el tiempo, empecé a caer a un abismo, sin que hoy sepa los motivos. Me hundí entre un trabajo que me ahoga, una oposición casi imposible, una segunda carrera que me tomo más en serio de lo que debiera, una academia de oposiciones que me exige no dormir y una serie de personas por las que me dejé robar la energía. Depresión dictaminó el médico. No le creí, aunque me tomo la pastillas recetadas, bueno, cuando me acuerdo...
¿Qué significa Troya para mi? Siginifica la traición. Me arriesgué y no perdí, me traicionaron. Y como yo soy como soy, una maldita, no permití que la situación se quedara ahí. Quise demostrarme que podía perdonar, olvidar y ofrecer una amistad, haciendo que mi antiguo dolor tuviese algún sentido. No lo conseguí. Paloma me advirtió. Pensé que ella se equivocaba y que yo, con algún año y alguna experiencia sentimental más, tenía la razón. La agregué a esta historia redimiendo mi orgullo.
¿El profesor? ¿La niña? Antítesis uno del otro. La experiencia y la madurez contra la ingenuidad y la inocencia. La heterosexualidad consagrada frente a la homosexualidad incipiente desde el principio. Dos historias, dos ilusiones, dos puertas cada uno hacia un camino que eran la mejor analogía posible en mis dudas sexuales.
Hoy Paloma dice que no sabe quien soy. O más bien lo decía hace dos días, cuando en una crisis absurda mía, decidió decirme por teléfono lo que pensaba decirme en persona, que ya no existía confianza, y que todo estaba roto. Ni que decir tiene que no me coge el teléfono, aunque sólo la he enviado un mensaje y le he grabado otro en el buzón de voz. Soprendentemente, me sigue haciendo ver el mundo de una manera distinta, y hoy, no hay Troyas, ni niñas, ni profesores. Hoy está ella, aunque no esté. Hoy la espero, aunque no espero que vuelva. Hoy más que nunca sé que una de las pocas cosas mías, de mi verdadero yo, es cuánto y como la quiero. Sé que puedo vivir sin ella, sé que no la necesito, pero prefiero, quiero, elijo que esté.
Como siempre el absurdo me persigue. ¿Acaso conocéis algo más absurdo que llorar con las gafas de nadar puestas? Era la única manera de que la maruja y la socorrista no se dieran cuenta de que el nivel del agua de la piscina subía por momentos. Tanto lloré que por casi me ahogo, ahí, entre unas burbujas que eran de aire y de sollozos.
Por cierto, que estaba planeando un viaje a Grecia a finales de Septiembre. Pensaba llevar a Paloma, porque el viaje es para dos personas. Yo le diría que viniese conmigo, pero me da que sé la respuesta. Me veo yendo con mi padre...
Y cierro con las palabras de mi santa madre para que todo quede en familia:
--Ay hija, cuando te hacen daño, porque te hacen daño y cuando haces daño, porque haces daño...¡qué disgustos te llevas!
viernes, 31 de agosto de 2007
EXPLICACIONES
Publicado por
LA DESGRACIÁ
miércoles, 29 de agosto de 2007
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